La distancia me mata.



Me gustaría poder convertirme en aire, viajar hasta tu ventana, colarme furtivamente por debajo del quicio, reconocer tu habitación, subir por las patas de tu cama, deslizarme por debajo de tus sábanas hasta tus pies.
Acariciar suavemente cada rincón, cada recoveco, todos los pliegues y comisuras de tu piel, llegar hasta tus oídos y susurrarte que te quiero.