Allí estaban los dos sentados en aquellas sillas incomodas de metal rojo, frente a la diminuta mesa en la que tenían 2 vasos de Picón con sifón y unas almendras fritas.

Después de mucho tiempo, tras miles de miradas, charlas intrascendentes en el club, decidieron ir a tomar su bebida preferida, el vermouth, había probado mucho a lo largo de su vida, pero el recuerdo que ella mantenía del Picón, las convirtió en su marca preferida. En su pueblo, Elda en Alicante, lo llaman "Mezclaíco" servido bien fresquito con mucho hielo,  es la combinado de las Fiestas Mayores,   que le dio tantas experiencias  y que por eso decidió pedirlo para los dos.

Los dos rondan los 65, viudos, socios del mismo club de lectura, por fin había llegado el día estaban más cerca que nunca, dejaron de suspirar tras las lecturas, de hacerse discretas miradas, y de charlas comunales. Ahora compartían ese momento, era suyo y sabían que se lo merecían.

Rozan sus manos, el se inclina hacia ella para escucharla mejor, ella se retira el pelo de la cara para poder verlo con claridad, como dos adolescentes hablan de sus vidas y de lo que les gustaría hacer en el futuro.

Los nervios de tenerla tan cerca le hacen fumar compulsivamente, ella no para de  dar sorbitos  a aquel vaso ancho lleno de hielo que le adormece los labios.

Sus sonrisas y miradas delatan y pese a la incomodidad de las sillas, ese instante es el más feliz de sus vidas. Es vermouth se convertiría en el primero de muchos y en el mejor.